Soy fumador y quiero dejar el hábito:
¿qué hago?
En la
actualidad existen varios tipos de tratamiento y atención que pueden resultarle
útiles, aunque debemos recordarle que no debe usted esperar remedios mágicos o curas
milagrosas que lo liberen de un día para el otro de un habito que lo engancha
no sólo física, sino también mentalmente. Dejar de fumar es una decisión
personal que tiene amplias repercusiones en su manera de vivir y relacionarse y
decidir hacerlo requiere una gran fuerza de voluntad para lograr su meta,
aunque no está usted sólo:recurra a sus amigos y a algún especialista de su
entera confianza para asesorarlo en su elección e indicarle el modo de tratamiento
más adecuado.
Ahora que está usted decidido, es hora de dar el siguiente paso, pero primero necesita saber con qué medios cuenta para dejar de una vez por todas el hábito. El diagnóstico médico suele ser rápido y, para empezar, cuenta usted con una gran cantidad de sucedáneos que, debidamente recetados y utilizados, le ayudarán a dejar poco a poco el cigarrillo sin grandes angustias ni sufrimientos. A continuación le presentamos una lista con algunos de los más usuales.
Parches: Los parches nicotínicos han sido desde
épocas recientes una de las alternativas más comunes al cigarrillo y
proporcionan al fumador que quiere dejar el hábito una alternativa sin humo de
satisfacer la necesidad nicotínica del cuerpo en dosis que van de pequeñas a
elevadas, dependiendo del nivel de adicción del individuo. Se trata de parches
adhesivos que, al contacto con la piel, liberan dosis graduales y controladas
de nicotina al torrente circulatorio del fumador, brindándole en principio a su
organismo los mismos efectos que una
cantidad equivalente de tabaco sin emisiones molestas y perjudiciales de humo a
su alrededor.
Chicles y caramelos de nicotina: Otra alternativa muy común y popular en
función de su accesibilidad y relativa facilidad de uso son la goma de mascar y
los caramelos tratados con nicotina que inyectan pequeñas dosis controladas de esta
sustancia al organismo de quien los consume con pocos efectos y reacciones
secundarios
Inhaladores y aerosoles (sprays): Aunque poco generalizada, esta forma de
administración de nicotina ha probado ser especialmente efectiva en términos de
contrarrestar la dependencia psicológica al cigarrillo, al disminuir los gestos
automáticos del fumador conocidos como parte del “ritual del fumador” (sostener
el cigarrillo en la mano, hacer gestos con la boca, etc). En lo que respecta al
nivel físico, sus efectos han sido aún poco evaluados, pero han dado en general
buenos resultados aunado su uso al de terapias y programas de tratamiento
consistentes y sistemáticos enfocados a alejar al fumador de su adicción.
Fármacos: Particularmente a lo largo de las
últimas dos décadas se han llevado a cabo varios estudios sobre los efectos
químicos del tabaco en el cerebro y la posibilidad de contrarrestarlos o
sustituirlos mediante el uso de fármacos antidepresivos y ansiolíticos que
provoquen reacciones equivalentes en su cuerpo, partiendo en ocasiones del
supuesto de que el principal motivo de los fumadores para encender un cigarrillo
es un cuadro depresivo latente y/o un
episodio de ansiedad y estrés que tiene su origen en la personalidad del
individuo. Si bien esto puede ser cierto en algunos casos, y se ve reforzado
por la dependencia psicológica que ocasiona la nicotina en el ser humano (como
podemos constatar claramente en los síntomas del llamado síndrome de
abstinencia tabáquica) no es ni puede ser concluyente ni generalmente aplicable
-en opinión del autor de este texto- y no justifica de ninguna manera la
sustitución de una sustancia por otra, por lo que no podemos recomendarla como
alternativa viable al tabaco, a menos que sea como recurso de última necesidad
en circunstancias excepcionales.
Cigarrillo electrónico: También conocido con los nombres de
“e-cig” o e-cigar”, se trata de un aparato que imita aproximativamente la forma
de un cigarrillo, habano o pipa que al utilizarse vaporiza una solución de
nicotina de niveles variables y, de modo similar a un spray o inhalador, la
transmite en pequeñas dosis controladas al cuerpo del fumador, lo que le
permite satisfacer su necesidad nicotínica sin soltar emisiones nocivas de humo
que perjudiquen a la gente a su alrededor. Sin embargo, su principal
particularidad, consiste en que, a diferencia de las opciones arriba citadas,
que atacan principalmente la dependencia física al cigarrillo, el llamado
cigarrillo electrónico está pensado para contrarrestar la dependencia
psicológica creada por el hábito de fumar, y muy en particular lo que se ha
denominado el “ritual del fumador”. Mediante este sucedáneo electrónico el
fumador social puede tener en la mano durante todo el tiempo que quiera un
cigarrillo que no es real, pero que lo parece, ayudándole a calmar un poco las
ansias reflejas que siente. No obstante, este dispositivo aún no está avalado
por la OMS y otras organizaciones sanitarias como tratamiento efectivo contra
el tabaquismo por no estar suficientemente probado, aunque estudios
preliminares realizados en varias partes del mundo señalan un importante
potencial positivo que podría llevar a su gradual aceptación y uso generalizado
en los próximos años.
Apoyo psicológico: El apoyo psicológico es de vital
importancia para el fumador que quiere dejar de serlo y es un componente
esencial en todo tratamiento anti-tabaco. Existen varios tipos de terapia
psicológica para ayudar a todo aquél con la fuerza de voluntad para enfrentar la
titánica tarea de abandonar el cigarrillo desde sesiones de psicoanálisis y
terapia de charla hasta enfoques conductuales y cognitivos que le ayudarán a
deshacerse de los reflejos mecánicos adquiridos tras varios años de fumar y ver
su hábito desde distintas perspectivas. Existen varios programas y centros de
apoyo que le ayudarán a deshacerse de modo definitivo del tabaco y sus
derivados y empezar a vivir una vida libre de adicciones y gastos innecesarios.
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